donde hay voluntad hay un camino

Había días en que los hijos de Habibah Ketui lloraban de hambre y dormían con el estómago vacío. A veces, tenían que caminar millas por una carretera en mal estado para llegar a la escuela, ya que no podían permitirse el lujo de viajar en el autobús escolar. Sin duda, la vida fue difícil para Habibah mientras ella y su esposo luchaban para llegar a fin de mes, allá por los años 90.

Ella era propietaria de la tierra aquí en Sabah, Malasia, heredada por su padre en 1977. Aunque sabía que invertir en su tierra no se desperdiciaría, Habibah no sabía cómo hacerlo inicialmente.

Solo décadas después, con la ayuda de su esposo, limpiaron la tierra y comenzaron a cultivar café, arroz y árboles frutales.

Un comienzo desafiante

En ese momento, solo ganaban RM400 (USD 90) al mes, cuando el café se vendía a RM4 el kilo. Como no poseían un vehículo, sufrían de un excedente de producto sin vender. Su hija de 7 años, Junairah, tomaría el excedente de frutas y verduras para venderlo en su escuela como ingreso complementario.

Después de unos 3 años de prueba, Habibah comenzó a escuchar acerca de las plantaciones de palma y fue testigo de cómo lo hacían otros agricultores. En 1999 decidió subirse al carro.

El aceite de palma, la inversión que rindió frutos

Le tomó alrededor de 8 años de paciencia, perseverancia y trabajo duro antes de que los ingresos de su familia comenzaran a aumentar, y la vida de su familia cambió significativamente. Según su experiencia, las palmas de aceite son más fáciles de cultivar, ya que son más resistentes y confiables en comparación con lo que cultivaba anteriormente. Debido a que los centros de recolección de racimos de frutas frescas estaban cerca de su casa, a Habibah le resultó mucho más fácil transportar y vender sus productos.

También aprendió que era mucho más fácil para ella obtener ganancias ya que muchas empresas compran racimos de frutas frescas. Esto hace que la inversión en la plantación de palma aceitera sea más rentable.

Una nueva oportunidad

Habibah se encontró con el Programa de Grupo de Asia Salvaje para Pequeños Productores (WAGS) en 2015 y descubrió que podía recibir capacitación para administrar su finca y producir mejor. A través de la capacitación, Habibah aprendió cómo usar mejores técnicas de fertilización en lugar de la fumigación general. Esto dio como resultado un suelo mejorado y una calidad de fruta mucho mejor. Habibah obtuvo la certificación de la RSPO en octubre de 2015, solo nueve meses después de unirse a WAGS.

En un año, comenzó a ver los beneficios de la certificación: un aumento del 20 % en el rendimiento agrícola con una disminución del 60 % en sus costos, lo que se tradujo en un margen de beneficio mejorado.

Por ahora, el único desafío que enfrenta Habibah es la falta de conexión con un molino certificado. Ella tampoco es capaz de obtener un precio superior por su producto todavía. Lejos de darse por vencida, busca continuamente nuevas formas de aumentar sus rendimientos y administrar bien su granja durante al menos otros 5 años.

El impulso de Habibah por crecer y sus esfuerzos por obtener la certificación están dando sus frutos. Disfruta de la experiencia y el apoyo mutuo que obtiene al ser parte de WAGS y la comunidad de pequeños productores. Incluso después de que WAGS haya desaparecido hace mucho tiempo, Habibah seguirá estando certificada como productora de palma y disfrutando de los beneficios de los que se beneficia actualmente.

Con la esperanza de que sus hijos y nietos no vendan su tierra después de su tiempo, Habibah sigue aspirando a ganar un sustento sostenible para su familia.