Por: Félix entre Gatot Prasetyo
Cómo una comunidad colombiana de pequeños agricultores independientes devolvió la vida a una antigua zona de conflicto, transformando campos que alguna vez estuvieron marcados por la violencia en plantaciones sostenibles de palma aceitera, reconstruyendo la paz y un futuro resiliente.

La transición del procesamiento de cocaína al cultivo de aceite de palma ha transformado las vidas en San Pablo, un pueblo en el sur de Bolívar, Colombia.
Durante décadas, esta región estuvo atrapada en un ciclo de violencia y pobreza. Entre los años ochenta y noventa, San Pablo se convirtió en un campo de batalla, mientras grupos guerrilleros como el ELN y las FARC, seguidos posteriormente por fuerzas paramilitares como las AUC, luchaban por el control del tráfico de cocaína. Las tierras fértiles se convirtieron en zonas de conflicto, y muchos agricultores, sin otras opciones, recurrieron al cultivo de coca para sobrevivir. Las comunidades vivían en constante temor, enfrentando amenazas, asesinatos y desplazamientos forzados que desgarraban a las familias.
Pero hoy, la historia está cambiando.
En 2018, con el apoyo del Fondo de Apoyo a los Pequeños Productores de la RSPO (RSSF), un grupo de 208 pequeños agricultores, organizados bajo PromoAgrosur Con la facilitadora Promotora Superior SAS, emprendimos un camino difícil pero esperanzador. Comenzando con la certificación nacional a través de... APSColombiaAhora están en camino de lograrlo Certificación RSPO en junio de 2025.
Sin embargo, el camino hacia la certificación no ha sido nada fácil. Al igual que muchas comunidades en regiones posconflicto, se enfrentaron a una profunda desconfianza, escasez de recursos y las secuelas del trauma generacional. Sin embargo, a pesar de todo, su unidad se fortaleció, impulsada por el apoyo de las fábricas y aliados locales que creían en un futuro diferente.

Para el equipo de la RSPO, presenciar esta transformación ha sido profundamente emotivo. Aquí, la certificación es más que una herramienta de mercado: es un símbolo de resiliencia, dignidad y triunfo compartido.
A medida que la seguridad se restablecía lentamente, las familias regresaron a sus hogares, recuperando tierras que habían perdido durante el conflicto. Los campos de coca dieron paso a plantaciones de palma. Las economías ilegales fueron reemplazadas por medios de vida legales.
Hoy en día, el aceite de palma es el motor de la economía de San Pablo y un motivo de orgullo colectivo. Sorprendentemente, el 90% de los cultivadores de aceite de palma de la zona son pequeños agricultores independientes que gestionan sus tierras con autonomía y propósito. Su éxito no solo ha revitalizado los ingresos locales y la seguridad alimentaria, sino que también ha atraído a trabajadores de las regiones vecinas, revitalizando un pueblo que antes estaba silenciado por la guerra.
Más allá de una recuperación económica, la transformación de San Pablo es una poderosa historia de reconstrucción desde cero, impulsada por la esperanza, la confianza y la determinación inquebrantable de los agricultores que eligieron la paz por sobre el miedo y la sostenibilidad por sobre la supervivencia.
Sobre el autor: Felix entre Gatot Prasetyo es la RSPO Gerente, Pequeños productores (RSSF).
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